Una lección de coherencia

Esta semana me ha costado decidirme a la hora de ponerle título a mi artículo. He barajado varias opciones entre las que figuraban Dignidad, Sentido común, Compromiso, Respeto, Sabiduría,…

Finalmente me decidí por Coherencia porque considero que engloba todos estos conceptos. Confío en que ustedes opinen igual que yo después de leer mi artículo, que versa sobre la siguiente noticia:

“El Gobierno de la República Democrática del Congo ha suspendido toda actividad relacionada con la extracción de petróleo en el Parque Nacional de Virunga hasta que no cuente con información suficiente para poder estimar el impacto de esta actividad en el lugar.»

EL valor de esta noticia es, así sin más,  realmente brutal y marca un importante precedente: los intereses económicos de las multinacionales frenados para proteger un lugar de alto valor ecológico.

Pero si analizamos las circunstancias del país en cuestión, nos daremos realmente cuenta del valor y coraje que refleja esta decisión:

El Parque Natural de Virunga es el parque más antiguo de África, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, hogar de los gorilas de montaña (en peligro de extinción), de elefantes, chimpancés e hipopótamos y cuenta con una importante y muy vulnerable biodiversidad.

El país – durante el siglo XIX, propiedad privada del rey Leopoldo II de Bélgica – fue objeto de una explotación sistemática e indiscriminada de recursos naturales para la que se utilizó exclusivamente mano de obra indígena, trabajando en condiciones de esclavitud y bajo un régimen atroz de terror, en el que fueron frecuentes los asesinatos en masa y las mutilaciones. De hecho, las manos cercenadas se volvieron tan comunes que los negreros llegaron a usarlas como moneda informal. ¡Hay que ser cafre!

A principios del siglo XX, Leopoldo II cedió sus propiedades al gobierno Belga, principalmente por la presión internacional que recibió a causa de la brutalidad con que reinaba en este territorio.

No es que mejorase mucho la situación de su población. Se les enseñaba a leer, escribir y alguna noción de matemáticas, pero poco más, dado que el Gobierno Belga consideraba que otorgar mayores derechos civiles a la población nativa  “sólo desestabilizaría la región”.

¡Mira tú qué forma tan fina de decirlo! Podían haber sido más francos: “como les demos alas a estos salvajes, se nos suben a la chepa y nos jode el negocio”

Pero no nos vayamos a rasgar ahora las vestiduras. Cualquier país europeo, en mayor o menor medida, ha devastado y esquilmado los recursos de sus colonias respectivas, sin la más mínima consideración a su población, atendiendo solamente a las necesidades creadas por nuestro egoísmo y desfachatez:

¿Que se imponía la madera de ébano para el mobiliario? – Pues a devastar bosques enteros. Total, ni eran nuestros bosques ni sufríamos nosotros las consecuencias.

¿Qué los sombreros se adornaban con las plumas más exóticas? – Pues a desmochar las colas de las aves más vistosas de las colonias.  Compréndanlo, las plumas de faisán habían quedado absolutamente “out”.

¿Qué las damas deseaban afinar su figura con rígidos corsés? – Pues a acabar con las poblaciones de ballenas como si de plagas de ratas se tratase.

 En fin, volvamos al tema que nos ocupa:

A pesar de estos antecedentes y teniendo en cuenta que estamos hablando de un país en vías de desarrollo, al que esta actividad contribuiría a sanear significativamente su economía, el Gobierno de la República Democrática de El Congo nos ha dado a todos una lección de coherencia. No ha caído en la tentación de un enriquecimiento rápido a cualquier coste ni ha cedido a las presiones de las grandes multinacionales.  En esta decisión ha primado la sostenibilidad y la conservación de su biodiversidad.

No descarto que se hayan visto amenazados con volver a los tiempos en que fueron colonia. Si entonces arrasamos con bosques enteros para sacar el caucho y diezmamos las poblaciones de elefantes por el marfil, deben de pensar que, ahora que ha aparecido petróleo, somos capaces de dejar el país como un solar.

Sinceramente, me ha emocionado muchísimo esta demostración de dignidad a pesar de las carencias que padecen.

A eso se le llama tener vergüenza torera y desde aquí, vaya mi más sincera felicitación y apoyo para este gobierno, confiando en que se mantengan firmes en su postura.

Justine de la Bretonne

admin

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3 comentarios en «Una lección de coherencia»

  1. ojalá que puedan conservar la perseverancia en este tema, tan ejemplar que aquí nos traes, pero sabiendo lo que sé de la humanidad, pronto muy pronto está noticia será sólo una noticia, entrarán a saco los amos del mundo y destruiran a personas razonables, siento ser pesimista, pero no me creo en absoluto que alguien pueda dedicir algo tan razonable y seguir la senda del buen camino. Este mundo está totalmente controlado y pronto la noticia cambiará de rumbo.

    Ruego que nofler no tenga razón y que todos tomen ejemplo de esta gran noticia.

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