¡Una cerveza, por favor!

En verano, si algo le gusta prácticamente a todo el mundo, es tomarse una cerveza fresca en una terracita. Hoy en día, pese a que la mayor parte del mercado nacional se lo reparte un monopolio de unas pocas enormes cerveceras, gracias a un movimiento artesanal incipiente, existe una gran diversidad de cerveza, muchas de ellas con tanta o más calidad de la que se pueda imaginar.

La cerveza existe desde el principio de las civilizaciones porque tiene su origen en el pan, ya que no es más que masa de pan fermentada (estropeado), quienes hayan usado masa madre sabrán que cuando se deja reposar se forma sobre la superficie un líquido, que no es otra cosa que una primitiva cerveza.

La cerveza no siempre fue como se conoce hoy en día, ni supo tan bien. En un principio la cerveza era una sopa densa y agria, y se valoraba, más que por su sabor, por sus propiedades alimenticias y por sus efectos embriagadores, que no se sabía a qué atribuir puesto que nada se sabía del alcohol por entonces.

Que no siempre sale bien y su sabor puede llegar a resultar horrible, lo saben muy bien quienes empiezan a elaborarla en casa. Elaborar cerveza es fácil pero no sencillo y, como todo en esta vida, requiere un aprendizaje y mucho empeño. Una buena cerveza, diferente a todas esas manidas cervezas de grandes corporaciones, requiere conocimientos, tiempo y buenas materias primas.

Y de empeño, ilusión y verdadero amor por las cosas bien hechas con las propias manos, están sobrados los artesanos cerveceros. Gracias a ellos, el consumidor español está aprendiendo a beber cerveza, a valorarla y a apreciarla.

Pese a las dificultades de poner en marchar y mantener un negocio de estas características, por el boca a boca, el escenario artesano español gana cada día adeptos y consumidores.

Por otra parte, cada día son más los productores, grandes y pequeños, que se suman al ejercicio de la fabricación ecológica de cerveza, muchos por pura convicción, otros por la indudable mejor calidad de las materias primas y otros por moda, tratando de abarcar un mercado cada día más amplio.

Obtener esta certificación es muy difícil, largo y costoso, porque requiere varios sellos. Todo este proceso encarece injustificada e inexplicablemente el producto final, lo cual hace más valiosa la iniciativa de estos cerveceros.

Esperemos que en un futuro, por puro convencimiento de todos, de los productores y de los consumidores, la principal opción sea la cerveza ecológica.

Pero nuestro compromiso con el medioambiente no acaba aquí, como indica Daniel Goleman, no se trata simplemente de comprar productos con el sello de certificación, sino que además debemos comprar productos locales, cervezas en este caso, para evitar los transportes de largo recorrido y todo el impacto medioambiental que ello supone. Debemos apoyar a los pequeños productores locales, quienes miman su negocio y se esfuerzan lo inimaginable para obtener un producto económicamente competitivo y de una altísima calidad.

En fin, son muchas las marcas y los pequeños fabricantes que están batallando por despuntar, de la misma manera que existen pequeños grandes negocios de distribución, como por ejemplo 2D2Dspuma, que nos ofrecen todo un amplio abanico de cervezas artesanas y locales, hechas con verdadero cariño. De la misma manera que hemos aprendido a apreciar el vino y probar y valorar vinos nuevos, e incluso a comprar botellas locales en nuestros viajes, pienso que deberíamos hacer lo mismo con la cerveza, buscar y probar variedades locales, buscar cervezas para cada ocasión, para cada comida… Existen tantas cervezas como preferencias y gustos y una u otra se adapta a cada situación.

Alguna marcas artesanales y nacionales que merece la pena probar son:

Zulgaarden (Molins de Rey, Barcelona)

Saramagal (Barro, Galicia)

Naparbier (Pamplona, Navarra)

Domus (Toledo)

La Socarrada (Xàtiva, Valencia)

La Cibeles (Madrid)

Popaire (Blanes, Girona)

Les Clandestines (Montferri, Tarragona)

L’Anjub (Tarragona)

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