Categorías: Vida sostenible

Árboles Sagrados celtas

Estimados amigos,

Tal y como prometí la semana pasada, seguimos con el tema de los árboles sagrados celtas.

Y seguimos también con el pueblo celta, el cual desarrolló una cosmovisión muy enraizada con la naturaleza.

Los árboles sagrados y los bosques eran símbolos de vida y de protección y, en torno a ellos, se centraba su cultura.

Inspirados en la magia estacional de los bosques, los druidas desarrollaron un calendario/horóscopo protector.

Los bosques representaban, para los druidas, catedrales; y en torno a sus árboles sagrados celebraban fiestas, rituales y ceremonias.

Esta cosmovisión – y como era habitual también en otras culturas coetáneas de los celtas – estaba ligada a la Luna. Sus fases fueron el referente por el que transcurría su diaria existencia, las labores del campo y los acontecimientos vitales.

El calendario basado en los árboles sagrados celtas

Los druidas dividieron el tiempo en 30 meses (o fases lunares) y 21 árboles sagrados celtas regían cada etapa del año, los nacimientos y el carácter de los nacidos en su periodo correspondiente; además de proteger con sus frutos frente a las vicisitudes de la vida.

 

Estos 21 árboles se dividían de la siguiente manera:

• 4 árboles sagrados para los equinoccios y solsticios:

  • Olivo para el equinoccio de otoño (23 de septiembre)
  • Roble para el equinoccio de primavera (21 de marzo)
  • Abedul para el solsticio de verano (24 de junio)
  • Haya para el solsticio de invierno (22 de diciembre)

• 17 árboles sagrados repartidos en tres grupos:

1. Grupo al que pertenecen las personas conservadoras y con talento organizativo.

Roble – Haya – Olmo – Tilo – Nogal – Castaño – Higuera

2. Este Grupo correspondería a las personas con capacidad intelectual muy desarrollada.

Olivo – Manzano – Abeto – Ciprés – Cedro – Pino – Arce

3. Por último, este grupo englobaría a las personas con imaginación y capacidad de síntesis.

Abedul – Álamo – Sauce – Avellano – Serbal – Fresno – Carpe

Cierto es que para la cultura celta, toda la naturaleza que les rodeaba estaba imbuida de carácter sagrado.

Sus sitios de veneración eran tan diversos como diverso era su entorno: ciertas colinas, cavernas, lagos, claros de bosques, círculos de piedra eran considerados sagrados por su vinculación a acontecimientos significativos del pasado o por servir de límites a campos sembrados de trébol.

Los pozos, manantiales, fuentes y estanques tenían carácter femenino por simbolizar pasajes de agua que conducían al útero subterráneo de la Gran Madre.

Sin embargo, la preferencia de los druidas eran los bosques y, sobre todo, las arboledas de robles.

Para terminar, un vestigio curioso de ese carácter sagrado que los celtas atribuyeron a sus árboles, ya que consideraban que los druidas, tras la muerte, se encarnaban en árboles y seguían velando por la comunidad, es el dicho popular de “tocar madera”.

Justine de La Bretonne

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Justine de la Bretonne

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