La materia no se destruye, se transforma, y la basura siempre permanece con nosotros, en un lugar a salvo de miradas indiscretas y sensibles, pero sigue en nuestro planeta, que es el límite que dibuja nuestro planeta azul.
Un planeta azul para el cual solemos tener un gesto amable, reciclamos, damos ejemplo, y se nos hincha el pecho de autosatifacción, pero por qué no decirlo, también se nos llena de autoengaño.
Sí, un autoengaño que hace funcionar a toda máquina esa parte del cerebro que nos insufla placer y tranquilidad…
Muchos estaréis pensando que no soy razonable con mis palabras, y aunque efectivamente reciclar hace mucho, no es todo tan sencillo como aparenta, el reciclado «total» es algo bastante difícil de llevar a cabo por cualquier usuario.
En muchas ocasiones y cada vez más, vemos como anuncios muy bien estudiados, nos presentan objetos que dicen son más eficientes y respetuosos con el medio ambiente «por esto o por aquello».
Pero eso en el mejor de los casos no deja de ser una propiedad mínima y concreta de un producto, un productos que cubre un abanico casi inabarcable de procesos durante su vida, o como decirlo… si cogemos un electrodoméstico de esos de triple A, cierto es que tiene algunos beneficios (y más si es alguna gran estrella del futbol quién nos lo dice), pero… ¿qué proceso tiene ese electrodoméstico desde que nace hasta que muere?
Cada parte de ese aparato «eficiente» se subdivide a su vez en otras pequeñas partes, que probablemente se hayan fabricado en diferentes puntos del globo. Para lo cual se han usado diferentes medios de transporte, e igualmente todas esas piezas de descomponen a su vez en diversos materiales básicos, plásticos, metales,pinturas, grasas, etc. que requieren fábricas para su transformación desde las materias primas originales, que requieren a su vez de minas, refinerías, industrias químicas, etc… con sus pertinentes transportes y procesos de trabajos, con sus gastos energéticos y sus consumos de agua y generación de deshechos propios de cada tipo de industria… pero eso es el principio…
Después, a su «muerte tecnológica» la cosa no pinta mejor, todos esos materiales se deberían separar uno a uno para su pertinente reciclado o reutilización, y de hecho, muy amablemente nos cobran una tasa incluida en este tipo de electrodomésticos, pensada ex-profeso, para su posterior reciclado y que por supuesto (lamentablemente) no se cumple.
Dichos aparatos, como otras tantas cosas acaban como no deben acabar, acabando con nuestro planeta.
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Es tremendo.... De que color acabará nuestro planeta azul ???
Por mucho que escondamos la basura, siempre estará ahí.