Un tema que resulta muy recurrido hoy día es lo cara que es la vida y lo sumamente dependientes que somos del «sistema» y que proponer algo más verde, más barato es una utopía.
Hablando con algunos compañeros nos comentaban que no se puede cambiar la forma de vida, que es muy complicado.
Complicado es, cierto.
Pero ciertos cambios se pueden efectuar.
Comentaban que los gastos mensuales son altos, dependientes de determinados fijos supuestamente ineludibles.
Gastos como la casa, el coche, y sus correspondientes seguros, alimentación, productos de limpieza e higiene, y otra cantidad de cosas más o menos costosas y fijas.
Lógicamente, hay cosas que no podemos pasar por alto, son como son y solo con movimientos sociales a gran escala se pueden cambiar.
Un ejemplo es la situación actual del mercado inmobiliario.
Pero otras muchas com alimentación, higiene, transporte, etc., pueden marcar una diferencia drástica en la economía familiar.
Por poner un ejemplo, un carrito de la compra de cualquier supermercado se compone de infinidad de productos empaquetados y procesado.
Si los comparamos con lo mismo hecho en casa, resulta carísimo.
Esto sin contar, por ejemplo, que los vegetales, por ejemplo, son muchísimo más baratos que los productos de origen animal.
Si consumimos menos carne y más verduras y frutas, la cesta de la compra será más barata.
Si además nos preocupamos por buscar productores locales ecológicos y les compramos directamente, es probable que incluso alguno de esos productos nos salga incluso más barato aún que en el supermercado «Hiperbaratillo».
Es algo que hemos comentado en varias ocasiones en relación con la higiene.
Con tener aceite de oliva ecológico, limón y aloe vera natural tenemos casi todo lo necesario.
Para los hombres, está la opción del afeitado con navaja barbera y no volver a gastarnos un duro en cuchillas y maquinillas deshechables, que además no hay quien recicle.
¿Y la bici? A veces cogemos el coche por levantarnos más tarde y llevar calefacción, pero pedaleando también se entra en calor, se queman calorías y además se genera dopamina.
También podemos ir como dicen los abuelos, a golpe de calcetín. Siempre que sea una distancia asequible y no necesitemos llevar muchas cosas encima para poder hacer nuestro trabajo.
No nos olvidemos también del transporte público.
Autobuses, trenes de cercanías, metro, tranvías… dependiendo de la zona donde vivamos tendremos acceso a unos u otros.
Puede que no sean la opción con más privacidad pero no hay que preocuparse por aparcar, echar gasolina… y al final de mes es más barato que si sumamos seguro, combustible, mantenimiento…
En invierno, una bata, abriga que da gusto, y las pelis se ven mejor con una manta.
¿Cuántas veces habéis dicho eso de «tarde de sofá y mantita?
La calefacción no siempre es tan necesaria como creemos. Muchas es mejor incluso y ayuda más al ahorro energético invertir en un buen aislamiento antes que en una potente bomba de frío/calor.
O buscar alternativas tipo «estufa rusa» o similares, para aprovechar al máximo las temperaturas.
En definitiva, ¿es caro o es barato?
Echad cuentas y decidid.
Nosotros lo tenemos claro.
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