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ÁRBOLES SAGRADOS (4) – EL OLIVO

Esta semana le toca al olivo.

Un viernes más, dedico mi artículo a los árboles sagrados que son, y serán, referentes de identidad cultural para las comunidades humanas a lo largo de la Historia.

Si hablamos de árboles sagrados, pocos lo son tanto para tan amplia variedad de pueblos de la cuenca del Mediterráneo.

Existen dudas sobres sus orígenes.

Podría tener sus orígenes en la actual Turquía, hace unos 6.000 años. Pero también podría haber sido en cualquier otro emplazamiento entre las actuales Siria y Grecia.

Desde entonces, el olivo fue extendiendo su cultivo desde la cuenca oriental hasta la occidental, sembrando su paso de mitos, leyendas y costumbres que, en cierto modo y a pesar de las innegables diferencias, han dado una entidad específica a la llamada Cuenca del Mediterráneo.

En la categoría de árboles sagrados figura el olivo sagrado de la Acrópolis ateniense, atribuyéndole a la diosa Atenea el haberlo hecho brotar y crecer.

Olivos centarios con troncos retorcidos en un olivar

Tras ser arrasada e incendiada la ciudad de Atenas por las tropas de Jerjes, los atenienses solo encontraron ruinas y devastación.

Según la leyenda, lo único que se había mantenido vivo fue el olivo de la Acrópolis, que desde entonces no dejó de crecer.

Es curioso porque, actualmente, hay un olivo entre la ruinas de la Acrópolis.

Resulta decepcionante que los turistas que la visitan solo se fijen en las ruinas de piedra obra del hombre, y que nadie repare el olivo, especie mucho más antigua que todas las ruinas que le rodean.

Tanto los orígenes como las propiedades de los árboles sagrados van siempre unidos a dioses y héroes de la mitología.

Ariastes, hijo de Apolo y Cirene, tuvo la idea de moler el fruto del olivo, consiguiendo un producto fundamental para nuestra cultura mediterránea: el aceite de oliva.

Las propiedades y aplicaciones para el aceite han sido muchas: medicina que cura toda clase de maleficios, ungüento para suavizar el cuerpo de los atletas, óleo sagrado para el tabernáculo de templos, lámparas votivas,…

EL ACEITE DE OLIVA. ALIMENTO DE LOS DIOSES

Asimismo, y cómo no podía ser de otro modo, el aceite de oliva es considerado alimento de dioses.

En la antigua Roma, el desayuno tradicional, llamado ientaculum, consistía en pan con ajo y aceite. Desayuno que sigue siendo habitual en muchas cafeterías españolas.

Aceita de oliva en una aceitera rodeada por aceitunas y hojas de olivo

Hipócrates lo recomienda para curar la úlcera y los ingleses lo vendían en las farmacias.

Las propiedades curativas del aceite también aparecen en la Biblia.

En el Levítico se menciona la purificación de los leprosos con este aceite.

En uno de los pasajes del Libro de Los Jueces se alude a la negativa del olivo a ser el rey de los árboles, para poder seguir ofreciendo al hombre su fruto.

EL OLIVO BENDITO

Se dice que los árabes solo eran felices allá donde floreciese un olivo.

Con su aceite alumbraban sus mezquitas. Anualmente, se quemaban mil arrobas para iluminar la mezquita-catedral de Córdoba.

El aceite de oliva era objeto de trueque entre los pueblos del Mediterráneo.

Los pueblos prerromanos ya lo cultivaban en el valle del Guadalquivir.

Estrabón reconocía que las plantaciones de olivos de la Bética estaban admirablemente labradas.

Andalucía importaba materias primas de Europa y exportaba aceite de oliva. En concreto, el comercio del aceite de Granada estaba tutelado por mercaderes genoveses.

Tal era la importancia de este producto que, según consta en un incunable de 1520 del Archivo de Indias de Sevilla, seis recipientes que contenían aceitunas gordal, con un valor de 3.838 maravedíes, formó parte de la mercancía con destino al Nuevo Mundo.

En otro libro de 1530, se indica que todos los barcos que partían con rumbo a las Indias debían de transportar, por obligación, algunos plantones de olivos:

«De ahora en adelante todos los maestros que fueren a nuestras Indias lleve cada uno de ellos en su navío la cantidad que les pareciere de plantas de viñas e olivos, de manera que ninguno partiese sin llevar alguna cantidad.»

Paloma de la paz con una rama de olivo – grafitti – arte urbano

Personalmente, de los árboles sagrados, sin duda el primero es el olivo.

Nada tan delicioso y aromático cómo una rebanada de pan recién tostado, rociado con este aceite sublime.

Por todo ello, y aunque el olivo no aceptó ser el rey entre los árboles, entre los árboles sagrados ocupa los primeros puestos.

Por su importancia para numerosas culturas, por sus frutos y, por el acertadamente llamado, oro líquido.

Sin olvidarnos de que el símbolo de la paz y del compromiso de Dios con los hombres es una paloma con un ramo de olivo en el pico.

Justine de la Bretonne

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Justine de la Bretonne

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