Si es transgénico no lo quiero
Si es transgénico no lo quiero. Es por esto que debemos conocer de donde vienen nuestros alimentos por una sencilla y llana razón, que no nos la metan doblada.
Tenemos derecho a conocer su origen y por supuesto la postura de nuestro gobierno y nuestro ayuntamiento al respecto.
La postura de nuestro ayuntamiento puede ser la de declarar nuestra zona como libre de transgénicos, lo cual es un gran paso al respecto, pero eso puede tener muchos matices.
Puede que no se cultive simplemente para el consumo humano directo, pero sí para alimentación del ganado destinado a alimentación humana. Igualmente acabamos consumiendo dichos transgénicos.
Puede también no permitirse el cultivo de transgénicos o simplemente campos de investigación.
Pero ¿qué pasa con los productos transgénicos que vienen de fuera?
Los productos elaborados de grandes corporaciones en muchos casos contienen transgénicos.
Greenpeace se ha preocupado por hacer una lista de empresas que están libres de transgénicos y otras que o bien los contienen o bien se niegan a contestar al respecto (quien calla otorga…).
Nuestro gobierno, sin embargo, tiene una opinión al respecto bastante poco informada, habiendo declarado: «El maiz transgénico es más ecológico que el convencional».
Por eso mismo, nuestra labor es hacerles ver que su equívoco es tan grande como el agujero en nuestras arcas. Y que se enteren de que si es transgénico no lo quiero.
Tenemos que exigir conocer el origen de nuestros alimentos, para poder elegir, y que el mercado cambie respecto a nuestras exigencias, no a las de los grandes intereses económicos.