Bolsas de comida, bolsas sin comida

Una bolsa de tela (hecha o no de tela reutilizada) podemos usarla infinitas veces para comprar, una bolsa de fécula de patata, pese a ser biodegradable, apenas dura una vez y nos cuesta dinero cada vez que compramos, pero se nos plantea como una buena alternativa ecológica a las tradicionales bolsas de plástico, pero…

El pero está bien claro, para la fabricación de esas bolsas de fécula es necesario destinar cientos de hectáreas de cultivo  para la fabricación de bolsas de escasísima durabilidad y restando así superficie de cultivo para alimentación, que sería más razonable, pero ¿dónde está la trampa?

Ya lo dijo Quevedo: «Poderoso caballero es Don Dinero», y sí, el vil metal es el culpable. Con bolsas reutilizables de tela, los números no resultan tan jugosos como con bolsas «ecológicas biodegradables», y no se vosotros, pero por lo que a mi respecta, callarse un «pero» de este calibre es tan rastrero como mentir.

Lo cierto es que deberíamos negarnos a usar este tipo de bolsas y en su lugar volver a las bolsas de tela de toda la vida, eso si que nos lo va a agradecer nuestro planeta, y esa superficie mal aprovechada puede ser recuperada para la siembra racional de alimento, consecuentemente también nos ahorraremos la gestión de los residuos resultantes de la fabricación de dichas (o dichosas) bolsas.

Os dejamos un enlace a una propuesta de Amigos de la Tierra para firmar contra las bolsas hechas de comida.

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