El Ecobatallón
El haber vivido en la Francia de los tumultuosos años de finales del siglo XVII y principios del XVIII, ha despertado en mí un inusitado interés por todo lo que huela, aunque sea de lejos, a Revolución.
Esta semana, ha llegado a mis manos un interesante artículo sobre una unidad del ejército nicaragüense, enfocada principalmente a luchar por preservar el medio ambiente, en aras de una prevención seria al cambio climático que nos amenaza.
Los ejércitos han sido creados, a lo largo de la historia, con diversos fines, que se podrían resumir en dos principales, a saber:
– Para defensa de la población y los territorios propios, ante invasores ajenos, porque nadie está contento con lo que tiene; y viceversa, porque nos transformábamos de invadidos en invasores con una facilidad pasmosa.
– Para imponer nuestras ideas por la vía de la “huevina” – ¿Dónde va a parar? – resulta más expedito que intentarlo con el ejemplo o con la palabra. ¡Es mejor el mandoble puro y duro!
Todas las naciones de la Tierra, en mayor o menor medida, han sucumbido a estas prácticas.
El siglo XX nos trajo una corriente de personajillos acomplejados por feos, bajitos o gordos (nómbrenme, sino, algún dictador interesante físicamente) que implantaron su santa voluntad apoyados en el ejercito propio y con la ayuda de algún ejército ajeno.
Esto también se acabó (o casi), con lo cual, los ejércitos andan un poquito ociosos y, la verdad, inventarnos conflictos para mantenerlos ocupados está muy, pero que muy feo.
Por todo ello, me parece tremendamente interesante la iniciativa del ejército nicaragüense.
Hay que declarar una guerra sin tregua a los insensatos e insolidarios que, por lucrarse ellos solitos, nos condenan al resto a una aniquilación segura.
La misión inaugural del llamado “Batallón Ecológico” es la “Operación verde”. Un batallón de 580 soldados ecológicos ha logrado su primera victoria al recuperar 3.165 m3 de madera talada ilegalmente en la reserva natural de Wawashang.
Gentes sin escrúpulos se aprovecha de las limitaciones económicas de los habitantes de esta región, para esquilmar sus recursos naturales. Lo lamentable es que quien se lucra de esta práctica no son los propios lugareños. A ellos sólo les queda un territorio devastado, porque los beneficios son para las multinacionales extranjeras.
En un país con 71 reservas naturales, la madera es un botín muy tentador para los traficantes de madera.
Cabe señalar que, desde 1983, la cubierta forestal de Nicaragua se ha reducido de un 63% a un 40%.El impacto en la agricultura es enorme, ya que el cambio climático producido por la desforestación afecta a la economía y al desarrollo nacional. Se calcula que desde 2006 se han perdido 200 millones US$ en producción agraria.
Se están viendo afectados también los ciclos de lluvia, los productores de café han de desplazar a zonas más elevadas sus plantaciones y cuando ya no les queden más cerros que ir subiendo, pues al traste con una industria vital para la economía de un país.
La seguridad del suministro energético también se ve amenazada por la desforestación, ya que el país pretender cambiar la matriz de su abastecimiento energético. Actualmente generado a base de combustible, pero la idea es cubrir el 50% de sus necesidades con energía hidráulica. Para ello necesitan bosques. Sería de Perogrullo producir la lluvia necesaria para hacer viable este proyecto. No se puede tener una planta hidroeléctrica en un secarral.
¿No se sienten ustedes avergonzados de que nos sigamos denominando seres racionales?
Considero que estos países hacen gala de una dignidad admirable. No esperan ayuda externa. Ellos mismos buscan las soluciones para preservar sus recursos y, por ende, su seguridad nacional, objetivo principal, al fin y al cabo, de cualquier ejército.
Señores, el mundo está cambiando y los militares deben adaptarse a las nuevas amenazas.
Además, ¿El verde no es el color militar por antonomasia? Pues que sea también el de nuestra conciencia.
En el artículo 750 de la Constitución de Nicaragua, se hace referencia al vínculo primordial entre la conservación de la naturaleza y la conservación de la paz:
“Todo acto u acción que afecta gravemente al medio ambiente del país será considerado un peligro para la seguridad nacional”
Y, para terminar, una nueva arenga revolucionaria:
¡¡Ciudadanos, a las armas verdes ¡!!
Justine de La Bretonne