Nuestra querida ciudad, nuestro querido desierto

Son muchos los días que se ven por la ciudades, parques, jardines o carreteras grupos de jardineros mercenarios (y no pretendo meter a todos los jardineros en el mismo saco), desherbando los arcenes, erradicando «malas hierbas» de la poquita tierra que asoma de la base de los árboles, y últimamente cubriendo parterres con alfombrillas de hierba de plástico de dudoso gusto decorativo y nulo valor ecológico

Me abruma ver como en muchas ocasiones se «deslizan» ingentes cantidades de potingues a la vera de los caminos, vallados y similares para evitar esas malas hierbas, ratas o ratones y todo lo que se nos plante por delante y desde luego me cabrea ver como algunos animales caen en ocasiones víctimas de esos herbicidas, esta semana sin ir más lejos he visto una garza muerta justo debajo de un cartel de ¡Atención, matarratas!, no habrá podido leer el cartel la pobre…

Yo me planteo, ¿son de verdad tan malas las hierbas que debamos erradicarlas?, ¿Y las ratas, no sería mejor pensar por que están donde están y de quién es la culpa?, es más… ¿que pasa con la «alergia al polen»?, el polen ya estaba ahí antes de que llegasen los coches, chimeneas industriales y contaminación en general… ¿Seguro qué es el polen, el que nos produce la alergia?

Lo dicho, si ese es el enemigo y estamos convencidos de ello, cada día estoy más convencido que el mayor problema no es la alergia de la que nos quejamos, si no la soberbia ceguera que nos consume.

La posición y la verja no permitía una sola foto, pero os aseguro que entre el cartel y la garza apenas había 80 cm.
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