Cuando comer mata
El comer es, además de una necesidad básica del ser humano, un gran placer para los sentidos
Si quien cocina sabe lo que se trae entre manos, es capaz de unir en cada plato aromas, texturas y sabores que nos proporcionan sensaciones diversas: sensuales, entrañables, reconfortantes y, por qué no, divertidas.
Como cualquier actividad del ser humano, la alimentación es gratificante, siempre que se realice con mesura y moderación.
Nos solemos extrañar de que, en los banquetes ofrecidos por los romanos en los primeros siglos de nuestra era, los comensales se provocasen vómitos con tal de seguir comiendo.
En estos últimos años, contemplo sorprendida como afloran concursos en los que la única finalidad es engullir sin mesura la mayor cantidad posible de alimento, casi siempre suelen ser preparados que catalogamos dentro de la llamada “comida rápida”.
Así, podemos observar a individuos colocados delante de bandejas repletas de hamburguesas, perritos calientes, burritos, fajitas, etc.… que, al golpe del silbato de inicio, comienzan un trasvase de alimento que suele durar pocos minutos.
A mí me van a perdonar, pero el espectáculo es lamentable: individuos supuestamente racionales, con los carrillos a punto de reventar y con la boca abierta de par en par, mostrando los alimentos introducidos a la fuerza.
¿No se han parado a pensar cómo afecta esta práctica al sistema digestivo?
¿No les resulta indignante que en amplias áreas del mundo la población este infra-alimentada y estos señores jugando a ver quien engulle más, simplemente por ponerse una medalla?
Todas estas reflexiones vienen a colación de un artículo que he leído, con el siguiente título:
“Un hombre muere minutos después de ganar un concurso de comer gusanos y cucarachas vivos”
Ya no nos basta la comida normal, ahora a probar sensaciones nuevas.
El sujeto en cuestión, un estadounidense de 32 años, decidió participar en un concurso de comer insectos vivos que organizó una tienda de animales de Florida.
Los insectos, dispuestos en cubos para que los concursantes los pudiesen coger a manos llenas y engullirlos, procedían de los criaderos que la tienda tiene para alimentar a reptiles (que no a humanos), vendiéndolos al peso.
Se desconoce el número de animalitos ingeridos por este malogrado señor, así como, según el primer análisis del hospital al que fue trasladado en ambulancia, el origen exacto de la muerte.
El premio consistía en una serpiente pitón de la propia tienda, valorada en 850 US$, que supongo yo seguirá en la tienda, tan feliz, alimentándose de los insectos que sobraron del concurso.
La noticia no pasaría de ser esperpéntica si no fuese por el desgraciado desenlace.
Por otro lado, no me parece muy ortodoxo que una tienda de animales organice semejante concurso en vez de promover la adopción de animales abandonados o el respeto a nuestra fauna.
¡Ah, el homo sapiens! Ese ser racional a la par que incongruente y absurdo.
Justine de la Bretonne
Mejor ponemos una foto, que el video, no es apto para gente sensible.