Cuando la comida mata
Estamos cansados de ver en televisión anuncios que lanzan indiscriminadamente frases del tipo: -¡Cómo el de mi madre!- , Totalmente natural, como los de mi pueblo, igual que el de la abuela o proclamas bastante aproximadas a estas. Pues bien, si alguien se ha molestado en leer las etiquetas podrá comprobar que esos productos que tan buenos y sanos nos venden no son más que una engañifa (de lo más rastrera).
De hecho, uno de los puntos (en concreto el 58) de la política de publicidad que proponía EQUO en su programa electoral es muy claro y conciso:
La publicidad ha sido un elemento definitivo en el consumo compulsivo que, en gran medida, nos ha llevado a la situación de desequilibrio social, económico y ambiental en que nos encontramos.EQUO estará especialmente vigilante en evitar la publicidad engañosa que atribuya a los productos cualidades que no tiene – incluido las
alusiones a la nutrición, a la salud y a bondades ambientales/ecológicas-. Se vigilará especialmente la veracidad de la publicidad en cualquier soporte y seremos especialmente cuidadosos con la publicidad dirigida a los menores.
En definitiva, la mayor parte de esos productos que en muchos casos son apoyados (dudo de que forma altruista y ética) por grandes asociaciones de alimentación y consumidores no son más que productos de laboratorio hinchados de química, OMG y procesos no-naturales, pero que publicitariamente venden muy bien y nos engañan con una facilidad pasmosa.
A veces, incluso, como ya nombramos en anteriores artículos, ni siquiera los productos ecológicos se salvan de la «quema» en algunos casos. Y hablando de quemar, me huele a cuerno quemado que las grandes megaempresas que te venden mil productos envasados con envases poco o nada reciclables, y a veces nada necesarios, que te venden algún contadísimo producto ecológico del otro lado del globo o del invernadero y que te obliga a ir en muchos casos a comprar en coche, cuando acabas la compra te cobran 5 centimos (o lo que corresponda) por una bolsa biodegradable para la que abrán usado métodos intensivos de agricultura, y todo por la ecología y el medio ambiente (y se quedan tan anchos).
Los tomates, como las bicicletas son para el verano y en verano, seguro que los encontramos de producción local y ecológica, y seguro que también podemos recogerlos con nuestra bolsa de tela como se ha hecho toda la vida.
Todos los productos envasados y a veces los carentes de envase, son, por lo general, una gran sopa de químicos que gustósamente deglutimos, convencidísimos de que son super sanos por que nos lo asegura noseque famoso o noseque asociación, pero sólo hay una forma de hacer las cosas bien, no ser vagos e informarnos de lo que comemos, como ejemplo diré (lo siento por los vegetarianos), que un filete de hígado, al que tradicionalmente se le han atribuido tantas propiedades no es más que es filtro del cuerpo, que van absorbiendo todas las vacunas, químicos del campo etc que se le suministran, y que asimilamos cuando consumimos este producto. Pero con las frutas y verduras, abotargadas de químicos y en muchos casos parafinadas para que tengan un mejor aspecto, la cosa no es mucho mejor, o ¿quién no se ha comido la piel de una manzana, por ejemplo, por las vitaminas que esta tiene?, pero junto con esas vitaminas van también químicos y parafinas… muy rico, ¿verdad?
Luego enfermamos y no sabemos por que, a fin de cuentas comemos de forma natural… o eso nos dicen.
cuanta razón existe en tus palabras, parece mentira pero somos carnaza para los grandes, la publicidad destruye hogares y los principios éticos de la educación. En estas dos últimas generaciones se ha roto el lazo de unión de la sabiduría de los abuelos a los nietos, hemos asistido a una generación nueva, deprovista de sentido común, de consejos , de sabiduría y debido a ello , tenemos la salud que existe hoy en día, que el cancer o leucemia en niños y adultos, gracias al gobierno que nos protege.
¡Que triste! Uno de los pocos placeres que nos quedaban y que esté tan adulterado. El problema es que nos incentivan con uno sól ode los sentidos, el de la vista pero ¿donde quedaron esos aromas naturales, esas texturas de fruta de temporada,..? Ahora todo parece de diseño, perfecto en su aspecto pero tan insípido y antinatural.
¿Como demontres vamos a convencer a un niño de que la fruta es rica y fresca cuando realmente no es más que un amasijo de plastilina insipida?
Por otro lado, aún están por ver los efectos a largo plazo de tanto ingrediente químico en nuestro organismo. Por mucho que tenga el sello de garantía sanitaria.
EL tema de las frutas y verduras me toca muy de cerca porque mis abuelos tenián una frutería y hace años que no experimento los olores tan deliciosos que tenía cuando bajaba a la tienda. Recuerdo una mezcla lujuriosa de aromas a albaricoque, cereza, higos, peras,…todo te incitaba a hundir la boca en esa carne jugosa y tierna.
Ahora te entran ganas de llorar. Las fruterías huelen a plástico. lo dicho ¡Una pena!