Voy al campo, abandonaré la ciudad…

Siempre nos han hablado en los libros de historia, películas, documentales o incluso de boca de vecinos de pequeños pueblos de la migración del campo a las ciudades con el fin de mejorar de vida dada la dificultad creciente de llevar una vida rural.

Y poco a poco hemos asistido al abandono sistemático y paulatino de pueblos, aldeas y similares, sobresaturándose la ciudad de gente con un mismo fin, ganar dinero y tener una «vida mejor«, pero para alcanzar ese sueño de «éxito» hemos perdido por el camino gran parte de nuestra verdadera calidad de vida, y hablo de calidad de vida en muchos aspectos. Aspectos como la tranquilidad, la alimentación, la salud e incluso me atrevería a decir que también calidad y calidez humana, de relación con nuestros semejantes.

Está claro que se trataba de un cambio de vida muy chocante, a veces difícil de soportar incluso por los más rudos hombres de campo. Creo que todos recordaremos las películas donde Paco Martínez Soria se iba a la capital…

Hoy en día el patrón poco a poco está cambiando, dando la vuelta a la tortilla y son mucho urbanitas quienes cambian los zapatos por alpargatas, y la oficina por la huerta, pero igualmente la situación es similar a la del nombrado Paco Martínez Soria pero al revés, donde el protagonista comienza desenvolviéndose torpemente su nueva vida rural.

Pero lejos de comparaciones jocosas, lo cierto es que esta vuelta a la tierra está viéndose forzada por la vida insostenible de las ciudades, donde todo es cada vez más caro y de más difícil acceso, incluso necesidades básicas intrínsecas al ser humano como son la comida, en cantidad suficiente y de calidad, el derecho de usar e intercambiar libremente las semillas como uno de los mayores bienes de la humanidad, ganar tranquilidad y en consecuencia salud física y mental, mejorar la relación con la gente y el medio, en definitiva vivir.

Son muchos quienes han comenzado su andadura y quienes están buscando la manera de comenzar el camino, da igual lo largo que sea sólo hay que empezar con un primer paso. Y así llegar a cubrir nuestras pretensiones y nuestras necesidades lógicas, o mejor aún nuestras necesidades eco-lógicas.

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