El puente del Yaguareté

He titulado así el artículo de esta semana, además de porque me gusta la palabra, porque está basado en la muerte, por atropello en una carretera de Argentina de un jaguar, que en idioma guaraní se denomina yaguareté.

Apenas sobreviven 250 yaguaretés en toda Argentina, por lo que el revuelo que se ha formado ha sido importante.

La tragedia ocurrió en uno de los puntos más críticos de la nación, la provincia de Misiones, que cuenta con unos 25 parques naturales y linda con Paraguay y Brasil.

El problema es que por esta región atraviesan varias rutas muy transitadas, ya que conectan con una de las zonas más turísticas: Las Cataratas de Iguazú, elegidas a principios de 2012 como una de las nuevas siete Maravillas del Mundo Natural.

Como el desarrollo humano está achicando cada vez más los parques, los animales no tienen otra opción que atravesar carreteras para ir de un parque a otro para, buscar alimento, aparearse y relacionarse entre semejantes, que es una costumbre muy sana en condiciones normales.

Pues bien, la solución del Gobierno ha sido crear dos tipos de corredores ecológicos:

Los llamados “pasafaunas” que consisten en túneles que pasan por debajo del asfalto de las carreteras, y

Los llamados “ecoductos”, que son puentes que pasan por encima de la carretera. Argentina es el único país de Sudamérica que cuenta con uno ecoducto ya que supone un alto coste de construcción.

En la provincia de Misiones ya existen actualmente 12 “pasafaunas” y se espera que su número se triplique, ya que cualquier proyecto de construcción de una ruta que vaya a atravesar un área protegida, debe incluir una cierta cantidad de “pasafaunas de acuerdo a lo que indique el estudio ambiental que se realice a tal efecto.

La cuestión es cómo concienciar a las personas para que limiten su velocidad al pasar por estas áreas.

En cualquier caso, y a pesar de la tragedia de la pérdida de este yaguareté, toda la polémica causada ha servido para buscar soluciones a una convivencia difícil y siempre en detrimento de las especies protegidas.

Lo que yo me planteo ahora es cómo vamos a indicar a los animales por donde tienen que pasar. Habrá que concienciar a los primeros ejemplares para que estos vayan inculcando estas rutas a sus descendientes.

El tema es peliagudo porque son varias las especies con el mismo problema. A pesar de su gran tamaño, el tapir también sufre atropellos.

Sin embargo, hay un par de especies con las que habrá que tomar medidas drásticas:

El lagarto, que es animal de sangre fría, ha adoptado la costumbre de posarse en el asfalto para tomar el sol, con lo cual, por mucho puente o túnel que se construya, el muy tolilí seguirá posándose en la carretera.

El oso melero, que es lento como el perezoso, ante la aparición de un vehículo, en lugar de correr, adopta una pose de defensa, con lo cual el “cebollazo” lo recibe de lleno.

Tengo la esperanza de que como son animales irracionales a los que no se les pueden explicar las cosas pero que se guían por el instinto y la experiencia, acabaran entendiendo que les trae más cuenta desplazarse por los mismos caminos que el resto de especies.

Señores, poquito a poquito, nos vamos dando cuenta de la necesidad de convivir de forma respetuosa con el resto de seres vivos.

¡Bien por Argentina! Que ha demostrado que con voluntad tampoco resulta tan difícil,  y ¡Qué cunda el ejemplo!

Justine de la Bretonne

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