¿Quién debe a quién?
Para una enciclopedista como yo, el Hombre es el ser vivo más apasionante que ha existido.
Como individua de esta especie, soy consciente de que somos capaces de mostrar tanto una solidaridad infinita como una crueldad sin parangón en otro ser vivo de nuestro planeta. Nuestra soberbia es insultante y nuestra incongruencia alcanza cotas de vértigo-
Sobre esta última cualidad (no cabe otra explicación para lo que voy a contarles), versarán hoy mis reflexiones.
A ello vamos….
Durante siglos, pero principalmente desde la revolución industrial, los países del llamado “primer mundo” se han dedicado a esquilmar recursos naturales de las colonias que previamente habían conquistado a tal efecto. Haciendo gala de un egoísmo inusitado, hemos devastado áreas geográficas de gran valor, no sólo ecológico, en aras de un progreso que solo beneficiaba a unos pocos.
Hemos dejado a países ya pobres, aún más empobrecidos. Nos ha traído al pairo su futuro y el porvenir de su población.
Piensen un momento de donde nos vienen casi todas las materias primas que utilizamos para nuestro bienestar.
A partir de la segunda mitad del siglo XX, nos empezó a entrar un cargo de conciencia tal, que de algún modo había que aliviar.
Ningún problema: nos dedicamos prestar ayuda económica a nuestras antiguas colonias, a cambio de unos intereses que nunca podrán pagar o, lo que es peor, a cambio de seguir haciendo en su país lo que nos venga en gana.
¿Cómo se explica, sino, que se creen grandes superficies de monocultivo en países en vía de desarrollo?
¿Cómo explicamos el uso de semillas transgénicas y pesticidas que afectan a sus aguas potables?
Sinceramente me indigna que sigamos pensando que estos países nos deben una enorme deuda económica cuando nuestro bienestar no hubiese sido posible sin sus productos y esfuerzos. La consecuencia ha sido un aumento aún más significativo de la diferencia entre países ricos y pobres.
Somos ricos porque les hemos quitado a ellos lo que incluso nos sobra.
Pero, pensemos por un momento en términos de ecología. ¿Quién estaría en deuda con quién? ¿Quién debería pagar por esa pérdida de recursos, ecosistemas y especies vivas que ya no recuperaremos?
Los países que más nos hemos enriquecido, que por otra parte somos los que más contribuimos al cambio climático, debemos de responsabilizarnos de la deuda histórica con los países empobrecidos. No se trata solamente de un acto de justicia, es indispensable para desarrollar una economía sostenible y justa que permita la supervivencia de nuestro mundo.
Pero esta deuda no es sólo por nuestras acciones del pasado. El primer mundo sigue siendo el que más contribuye al cambio climático por emisión de gases contaminantes pero, quien sufre las consecuencias es la población entera.
Lo más triste, es que las consecuencias de estos cambios climáticos – inundaciones, lluvias torrenciales, largos periodos de sequía – las sufren, en mayor medida e injustamente, los países empobrecidos por nuestro desmesurado consumismo.
Hemos criticado, atacado y eliminado las dictaduras más extremas de las últimas décadas pero, ¿Cómo llamarían ustedes a esta forma de ejercer nuestro capricho y nuestro afán de satisfacer nuestro bienestar a costa de la supervivencia del vecino?
Lo siento, pero tiene los componentes de una dictadura al uso, a saber: soberbia, prepotencia, despotismo, falta de respeto por el individuo y las libertades (no tienen opción a negarse), los aniquilamientos masivos (abocamos a poblaciones enteras a morir lentamente con una alimentación deficiente, cuando no contaminada) y el ensalzamiento de una figura deshumanizada, en este caso el consumismo desmedido.
Como perteneciente al género humano, admiro y ensalzo nuestra nobleza pero, al mismo tiempo, maldigo nuestra estupidez e incongruencia.
Justine de la Bretonne